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UN PARAÍSO PARA LOS ORNITÓLOGOS
El valle de Bóquer constituye un paraíso para los ornitólogos. Cada año, cientos de ornitólogos locales y europeos acuden a este lugar para observar las exhibiciones de las aves migratorias. Los mejores momentos los brinda la primavera, cuando miles de aves encuentran en esta zona la última tierra para descansar antes de seguir su vuelo hacia el norte. En verano, los halcones son los actores principales, sobrevolando los acantilados en busca de sus presas, siendo el halcón de Eleonor y el halcón abejero los más habituales.
La Guia de Turisme Ornitològic de Mallorca califica de “inmejorable” la vall de Bóquer para la observación de las aves migratorias, en especial de , busqueret coallarg, ulls de bou de passa (mosquiter de passa) i siulador, la titina d’arbres, la coaroja, el papamosques (muscicàpid) y el papamosques negre, o el orio.
Ruta: Port de Pollença; Casas de Bóquer; Coll del Moro; Cala Bóquer
-Nivel de dificultad: Fácil Duración (sólo ida): 40 minutos Recomendaciones: Portar abundante agua y un bañador en días de calor. No llevar perros, ni sueltos ni atados. La ruta se puede prolongar hasta Cala Sant Vicenç atravesando la Serra del Cavall Bernat, un itinerario del que sólo daremos algunas pistas y que está reservado a experimentados excursionistas.
-Encajonado entre las sierras del Cavall Bernat y las montañas del Port de Pollença, el valle de Bóquer imprime un recuerdo imborrable al visitante, ya sea bañista, senderista, ornitólogo o escalador. Esta ruta, sencilla y cómoda, describe un paseo hasta la playa virgen de Cala Bóquer por un camino milenario.
Encontramos el inicio del Camí de Cala Bóquer (39º 54’ 44,32’’N / 3º 5’ 3,29’’E) en la carretera que circunvala el Port de Pollença y que se dirige a Formentor, en la tercera rotonda según venimos de Pollença. Un buen lugar para dejar el vehículo es la explanada que hay junto a la citada rotonda, a la izquierda de ésta. Nuestro camino, ancho y cómodo, dibuja un par de curvas en suave pendiente y enseguida nos brinda vistas sobre el Port de Pollença.
LAS CASAS DE BÓQUER
Después de franquear una barrera con una puertecita en su lado izquierdo, llegamos a las casas de Bóquer. El topónimo Bóquer proviene de Bocchor, importante poblado talayótico situado en El Pedret, a unos 200 metros al oeste de la possessió.
Las casas, cuyo aspecto actual respon a las reformas realizadas a principios del siglo XX, están presididas por una torre del siglo XVII. Ligado al linaje Pujol, el predio fue adquirido a finales del XIX por Joan Capllonch, quien a su muerte lo traspasó a su hermano Miquel Capllonch y Rotger (1861-1935), afamado concertista y compositor.
POBLADO PRETALAIÒTIC
Salimos de las casas por una pista encementada en sus primeros metros que sube en pendiente y que encontramos tras superar otra barrera. Avanzamos con los contrafuertes rocosos del Penyal Roig (265 m) a la derecha y en unos cinco minutos nos situamos en un paso ganado a las grandes peñas que cuenta con un banco de piedra. Unos metros más adelante hallaremos tras una pared lateral, a la izquierda, una vereda de acceso a un poblado de navetiformes formado por medio centenar de cabañas ciclópeas que pueden datar entre 1800 y 1350 a.C. y que está asociado a diversas cuevas de enterramiento descubiertas en la montaña próxima. A la derecha de nuestro Camí de Cala Bóquer, muy cerca del paso entre los peñascos, nace otro sendero que asciende hacia una vía de acceso encajada entre dos grandes bloques de roca que hacen de boca de entrada a la fascinante Serra d’Albercutx, merecedora de otra ruta que queda fuera de este itinerario.
El Camí de Cala Bóquer tiene al palmito como protagonista. El palmito es una palmera enana, la única originaria de Europa. Puede llegar a medir hasta un metro y medio y hasta hace pocas décadas sus hojas constituyeron la base de la economía de muchas familias que en los meses de junio y julio se dedicaban a su recolección y posterior tratamiento para confeccionar cestas, sombreros, escobas y cuerda para encordar sillas. En la actualidad, esta práctica artesanal sólo se conserva de forma testimonial. Además del palmito, camino a Cala Bóquer nos toparemos con el romero, el cardo, la mata, la zarzaparilla, el carrizo y diversas variedades de GARRIGA.
LA SERRA DEL CAVALL BERNAT
Pasado un primer portillo, el valle de Bóquer, con el torrente homónimo a nuestra izquierda, se irá abriendo. Tras un segundo portillo, podremos detenernos para observar el Forat, un enorme agujero sobre una de las imponentes crestas de la Serra del Cavall Bernat, la del Morro del Forat (320 m). Costear esta sierra exige un grado alto de experiencia y para realizar la travesía se precisan unas dos horas y treinta minutos. Se puede acceder a la sierra desde el valle de Bóquer a través del llamado pas de les Cabres y también desde el coll del Moro, por el coll de la Capellassa, que divide en dos la sierra. La extensión de esta sierra es de unos tres kilómetros y medio y sus máximas cotas son la Talaia Vella (355 m) y el Cavall Bernat (356 m), gigantesco monolito que reproduce el conocido topónimo aplicado a las rocas fálicas. La prudencia y la intuición a la hora de seleccionar el trazo más adecuado son factores imprescindibles en unas crestas con numerosos puntos peligrosos.
Ya cerca del Coll del Moro, a la derecha de nuestro camino, se halla la font del Sementer, que vierte sus aguas a una canaleta que riega el huerto y predio de Bóquer. A partir del coll del Moro, el camino se convierte en sendero y se precipita por el margen derecho de la torrentera de la cala hasta la orilla del mar. Fites y puntos rojos nos marcan el camino a seguir.
La playa totalmente virgen de Cala Bóquer es de ochenta metros y se encuentra en el fondo de una entrada del mar de 928 metros. Los pescadores solían aprovechar la estrecha Cala Bóquer como refugio, varando sus barcas si les sorprendía el mal tiempo en la zona. Además de la pedregosa playa principal, la extensa orilla de la ensenada de Cala Bóquer presenta otros rincones privilegiados, como Els Cingles y la Cova del Vell Marí, ambos a la derecha. En el costado izquierdo de la cala se encuentra toda una sucesión de rocas conocida como El Rellar.
La cueva marina del Vell Marí, semisumergida, toma su nombre de la foca monje, antiguamente muy habitual en aguas de Balears y de la que quedan muy pocos ejemplares en el Mediterráneo.
Este tramo de la costa norte es uno de los más emblemáticos en lo que se refiere al paisaje. El islote de El Colomer, símbolo de la costa salvaje de Tramuntana, nos cautivará desde la llegada a la playa. Se encuentra a solo 50 metros de la costa y tiene una altura de 112 m sobre el nivel del mar. Su longitud máxima es de 300 m y su acceso está reservado a las aves marinas. Desde Cala Bóquer obtenemos una perspectiva diferente a la que conseguimos desde el mirador de la Creueta o del Mal Pas, punto de obligada parada para cualquiera que se desplace por la carretera de Formentor.
La Guia de Turisme Ornitològic de Mallorca califica de “inmejorable” la vall de Bóquer para la observación de las aves migratorias, en especial de , busqueret coallarg, ulls de bou de passa (mosquiter de passa) i siulador, la titina d’arbres, la coaroja, el papamosques (muscicàpid) y el papamosques negre, o el orio.
Ruta: Port de Pollença; Casas de Bóquer; Coll del Moro; Cala Bóquer
-Nivel de dificultad: Fácil Duración (sólo ida): 40 minutos Recomendaciones: Portar abundante agua y un bañador en días de calor. No llevar perros, ni sueltos ni atados. La ruta se puede prolongar hasta Cala Sant Vicenç atravesando la Serra del Cavall Bernat, un itinerario del que sólo daremos algunas pistas y que está reservado a experimentados excursionistas.
-Encajonado entre las sierras del Cavall Bernat y las montañas del Port de Pollença, el valle de Bóquer imprime un recuerdo imborrable al visitante, ya sea bañista, senderista, ornitólogo o escalador. Esta ruta, sencilla y cómoda, describe un paseo hasta la playa virgen de Cala Bóquer por un camino milenario.
Encontramos el inicio del Camí de Cala Bóquer (39º 54’ 44,32’’N / 3º 5’ 3,29’’E) en la carretera que circunvala el Port de Pollença y que se dirige a Formentor, en la tercera rotonda según venimos de Pollença. Un buen lugar para dejar el vehículo es la explanada que hay junto a la citada rotonda, a la izquierda de ésta. Nuestro camino, ancho y cómodo, dibuja un par de curvas en suave pendiente y enseguida nos brinda vistas sobre el Port de Pollença.
LAS CASAS DE BÓQUER
Después de franquear una barrera con una puertecita en su lado izquierdo, llegamos a las casas de Bóquer. El topónimo Bóquer proviene de Bocchor, importante poblado talayótico situado en El Pedret, a unos 200 metros al oeste de la possessió.
Las casas, cuyo aspecto actual respon a las reformas realizadas a principios del siglo XX, están presididas por una torre del siglo XVII. Ligado al linaje Pujol, el predio fue adquirido a finales del XIX por Joan Capllonch, quien a su muerte lo traspasó a su hermano Miquel Capllonch y Rotger (1861-1935), afamado concertista y compositor.
POBLADO PRETALAIÒTIC
Salimos de las casas por una pista encementada en sus primeros metros que sube en pendiente y que encontramos tras superar otra barrera. Avanzamos con los contrafuertes rocosos del Penyal Roig (265 m) a la derecha y en unos cinco minutos nos situamos en un paso ganado a las grandes peñas que cuenta con un banco de piedra. Unos metros más adelante hallaremos tras una pared lateral, a la izquierda, una vereda de acceso a un poblado de navetiformes formado por medio centenar de cabañas ciclópeas que pueden datar entre 1800 y 1350 a.C. y que está asociado a diversas cuevas de enterramiento descubiertas en la montaña próxima. A la derecha de nuestro Camí de Cala Bóquer, muy cerca del paso entre los peñascos, nace otro sendero que asciende hacia una vía de acceso encajada entre dos grandes bloques de roca que hacen de boca de entrada a la fascinante Serra d’Albercutx, merecedora de otra ruta que queda fuera de este itinerario.
El Camí de Cala Bóquer tiene al palmito como protagonista. El palmito es una palmera enana, la única originaria de Europa. Puede llegar a medir hasta un metro y medio y hasta hace pocas décadas sus hojas constituyeron la base de la economía de muchas familias que en los meses de junio y julio se dedicaban a su recolección y posterior tratamiento para confeccionar cestas, sombreros, escobas y cuerda para encordar sillas. En la actualidad, esta práctica artesanal sólo se conserva de forma testimonial. Además del palmito, camino a Cala Bóquer nos toparemos con el romero, el cardo, la mata, la zarzaparilla, el carrizo y diversas variedades de GARRIGA.
LA SERRA DEL CAVALL BERNAT
Pasado un primer portillo, el valle de Bóquer, con el torrente homónimo a nuestra izquierda, se irá abriendo. Tras un segundo portillo, podremos detenernos para observar el Forat, un enorme agujero sobre una de las imponentes crestas de la Serra del Cavall Bernat, la del Morro del Forat (320 m). Costear esta sierra exige un grado alto de experiencia y para realizar la travesía se precisan unas dos horas y treinta minutos. Se puede acceder a la sierra desde el valle de Bóquer a través del llamado pas de les Cabres y también desde el coll del Moro, por el coll de la Capellassa, que divide en dos la sierra. La extensión de esta sierra es de unos tres kilómetros y medio y sus máximas cotas son la Talaia Vella (355 m) y el Cavall Bernat (356 m), gigantesco monolito que reproduce el conocido topónimo aplicado a las rocas fálicas. La prudencia y la intuición a la hora de seleccionar el trazo más adecuado son factores imprescindibles en unas crestas con numerosos puntos peligrosos.
Ya cerca del Coll del Moro, a la derecha de nuestro camino, se halla la font del Sementer, que vierte sus aguas a una canaleta que riega el huerto y predio de Bóquer. A partir del coll del Moro, el camino se convierte en sendero y se precipita por el margen derecho de la torrentera de la cala hasta la orilla del mar. Fites y puntos rojos nos marcan el camino a seguir.
La playa totalmente virgen de Cala Bóquer es de ochenta metros y se encuentra en el fondo de una entrada del mar de 928 metros. Los pescadores solían aprovechar la estrecha Cala Bóquer como refugio, varando sus barcas si les sorprendía el mal tiempo en la zona. Además de la pedregosa playa principal, la extensa orilla de la ensenada de Cala Bóquer presenta otros rincones privilegiados, como Els Cingles y la Cova del Vell Marí, ambos a la derecha. En el costado izquierdo de la cala se encuentra toda una sucesión de rocas conocida como El Rellar.
La cueva marina del Vell Marí, semisumergida, toma su nombre de la foca monje, antiguamente muy habitual en aguas de Balears y de la que quedan muy pocos ejemplares en el Mediterráneo.
Este tramo de la costa norte es uno de los más emblemáticos en lo que se refiere al paisaje. El islote de El Colomer, símbolo de la costa salvaje de Tramuntana, nos cautivará desde la llegada a la playa. Se encuentra a solo 50 metros de la costa y tiene una altura de 112 m sobre el nivel del mar. Su longitud máxima es de 300 m y su acceso está reservado a las aves marinas. Desde Cala Bóquer obtenemos una perspectiva diferente a la que conseguimos desde el mirador de la Creueta o del Mal Pas, punto de obligada parada para cualquiera que se desplace por la carretera de Formentor.
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